En las horas previas al día de reflexión, hago mías las declaraciones de Juan Torres y Carlos Martínez:
Queremos normas que garanticen que los banqueros y las grandes patronales no puedan extorsionar a los gobiernos ni imponer su voluntad a los poderes representativos. Queremos que las decisiones económicas las tomen aquellos que hemos elegido para que las tomen, y no otros disfrazados de mercados. Y que los mercados estén sometidos a la ética de la satisfacción social y no a la del lucro sin cese.
Queremos recobrar las empresas que los gobiernos concedieron a bajo precio a capitales privados y que ahora se llevan nuestro capital y beneficios a otros lugares despidiendo a nuestros conciudadanos y prestando servicios mucho peores y más caros.
Queremos una banca pública controlada estrictamente para que garantice financiación a los pequeños y medianos empresarios y a las familias.
Queremos medidas de urgencia para que se investigue a los responsables de la crisis y paguen con dinero y cárcel por sus estafas, engaños y crímenes económicos en aquí y en los paraísos fiscales.
Queremos una reforma fiscal que acabe con la injusta situación actual que permite que los más ricos prácticamente no paguen y que hace recaer la mayor carga impositiva en los asalariados y pequeños y medianos empresarios de rentas más bajas, arruinando así a las clases medias y trabajadoras que son el sostén de las democracias.
Queremos que los poderes públicos impidan desde ya que siga habiendo miles de familias que pierden sus viviendas a manos de las entidades financieras, que se penalicen las actividades especulativas y que nuestro patrimonio natural y ambiental se siga destruyendo como hasta ahora solo para que ganen dinero unos pocos desalmados.
Esto es más o menos lo que quieren estas personas, jóvenes y más maduras, que han irrumpido en nuestras calles como un tsunami que durará mucho más de lo que algunos se creen.
No hace falta mucho debate para entender lo que piden, lo que pedimos. Es bastante elemental:
Que los culpables paguen el daño que han causado, que si antes han salvado tan generosamente a los ricos, salven ahora a las personas, y que se garantice que las decisiones que se toman en las instituciones políticas sean las que hayamos decidido los ciudadanos y ciudadanas cuando elegimos a nuestros representantes y no, como está sucediendo, las que imponen los banqueros y grandes propietarios para salvar solamente sus intereses egoístas.
Eso es todo lo que exigimos. De momento.
Queremos recobrar las empresas que los gobiernos concedieron a bajo precio a capitales privados y que ahora se llevan nuestro capital y beneficios a otros lugares despidiendo a nuestros conciudadanos y prestando servicios mucho peores y más caros.
Queremos una banca pública controlada estrictamente para que garantice financiación a los pequeños y medianos empresarios y a las familias.
Queremos medidas de urgencia para que se investigue a los responsables de la crisis y paguen con dinero y cárcel por sus estafas, engaños y crímenes económicos en aquí y en los paraísos fiscales.
Queremos una reforma fiscal que acabe con la injusta situación actual que permite que los más ricos prácticamente no paguen y que hace recaer la mayor carga impositiva en los asalariados y pequeños y medianos empresarios de rentas más bajas, arruinando así a las clases medias y trabajadoras que son el sostén de las democracias.
Queremos que los poderes públicos impidan desde ya que siga habiendo miles de familias que pierden sus viviendas a manos de las entidades financieras, que se penalicen las actividades especulativas y que nuestro patrimonio natural y ambiental se siga destruyendo como hasta ahora solo para que ganen dinero unos pocos desalmados.
Esto es más o menos lo que quieren estas personas, jóvenes y más maduras, que han irrumpido en nuestras calles como un tsunami que durará mucho más de lo que algunos se creen.
No hace falta mucho debate para entender lo que piden, lo que pedimos. Es bastante elemental:
Que los culpables paguen el daño que han causado, que si antes han salvado tan generosamente a los ricos, salven ahora a las personas, y que se garantice que las decisiones que se toman en las instituciones políticas sean las que hayamos decidido los ciudadanos y ciudadanas cuando elegimos a nuestros representantes y no, como está sucediendo, las que imponen los banqueros y grandes propietarios para salvar solamente sus intereses egoístas.
Eso es todo lo que exigimos. De momento.
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Entre todo el panorama político, el partido que a mi juicio mejor responde a estas demandas y que presenta un programa coherente, igualitario y social es Izquierda Unida, que espero tenga su mejor resultado el próximo día 22.
Por cierto, interesante este gráfico publicado por la plataforma "No les Votes"
Los siguientes blogs están hablando sobre el tema:
Punts de Vista, Kabila, Quien Mucho Abarca, L'Altaveu, La Rueda del Tiempo, Ventanas del Falcón, El blog de JanGas, ceronegativo, Ciberculturalia, La Terca IUtopía, Bosque de Brocelandia, El Blog de Carlitos Buenaventura, Relatando desde el Bajo Llobregat, Agua Va!!!, Desde la Cantera , Abloguear, The Fuente Palmera Time, Moscas en la Sopa,
3 comentarios:
Esperemos sea el comienzo de un cambio real-
20 de mayo de 2011, 20:05Un abrazo.
Buen post.
20 de mayo de 2011, 22:02A por ellos, que son pocos y cobardes. Vengo de Sol y tengo unos ímpetus, que no veas. Besos
20 de mayo de 2011, 22:08Salud y República
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