En el Vaticano andan preocupados con nosotros

Hoy, casi ya ayer, leía un artículo en el diario "Público" en relación con la batalla judicial mantenida por los laicos contra la presencia de crucifijos en lugares públicos financiados estos (me refiero a los lugares que no a los crucifijos, aunque quizás estos también) por el Estado aconfesional en el que nos hallamos.

Me sigue sorprendiendo sobremanera la sinrazón de los defensores de la permanencia pública de los símbolos religiosos, obviamente católicos, cuando estos debieran permanecer en el ámbito privado, y evitar arbitrariamente la imposición de una opción sobre la libertad de culto de cada individuo, según reza nuestra constitución.

La polémica ha llegado ya al Tribunal Constitucional a través de la demanda interpuesta por el letrado José Antonio Bosch, que pretende que el Colegio de Abogados de Sevilla, en tanto que corporación pública de derecho, renuncie al patronazgo de la Inmaculada Concepción. El gran Tribunal deberá debatír en los próximos meses si, de acuerdo con nuestra Constitución, tiene cabida o no que una asociación, de afiliación obligatoria, tenga una virgen como patrona.

Las demandas florecen cada vez más pues los demandantes apelan al artículo 14.1 de la Constitución, que indica con claridad meridiana que "no puede prevalecer discriminación por razón de religión", y al artículo 16.3 que establece "que ninguna confesión tendrá carácter estatal".

Una vez más, en este país nuestro, tan singular en muchos aspectos, este tema traerá mucho ruido y pocas nueces. Asi es y los movimientos para ambos lados no se han hecho esperar.

Ante la osadía del rebelde letrado, la Federación Española de Centros Católicos y la Federación Andaluza de Enseñanza Privada, han amenzado acudir también a los tribunales si se retiran los crucifijos de las aulas.

Mientras todo esto acontece con el estupor de la mayoría de los ciudadanos, el Ministerio de Justicia, con bastantes años de retraso, dicho sea de paso, está elaborando una ley que prevé la supresión de los símbolos religiosos en los edificios públicos y por tanto en las aulas financiadas con presupuestos generales del estado.

Me han contado que en Roma están muy pero que muy preocupados. Creo que el Vaticano anda asustadísimo con la impía España, y en vista de lo cual han tomado la decisión de cambiar al nuncio Manuel Monteiro de Castro, que al parecer era demasiado comprensivo y sonriente, por uno nuevo, más recio, quizás más serio: el arzobispo Renzo Fratini, persona de absoluta confianza del Vaticano y que según dicen los que dicen es un "hombre de peso" (a qué se refiere lo del peso tampoco lo se) y además muy acostumbrado a bregar con "países hostiles".

Claro que yo me pregunto ¿Por qué esta congoja y preocupación del Vaticano con la impía España, cuando tienen grandes defensores de sus intereses entre personas socialistas, de izquierdas y antiguamente rojillos, como son José Bono, Francisco Vazquez, el alcalde Belloch... y alguno más...?

En fin, que el otoño se está presentando muy movidito.

A mi me ha dicho la Cospedal que mucho ojito con lo que digo y hago, que los laicos tenemos los días contados.

Puf!!! miedo me da, verdad?