La mayoría de las encuestas señalan que en España la percepción de la ciudadanía es profundamente pesimista. No sólo por las grandes diferencias sociales cada vez mayores, por la dificultad de acceder y de mantener una vivienda digna, por el incremento de personas sin hogar, por la terrible lacra del desempleo, por tener la seguridad de que la asistencia sanitaria, tal y como hasta ahora la habíamos conocido, se deteriora a marchas agigantadas y seguirá deteriorándose, porque el Estado del Bienestar y sus servicios básicos asociados desaparecen sin dilación.
No sólo por eso cunde el pesimismo y ya es decir. Es la corrupción el gran magma que mantiene a España al borde de la catástrofe. Es el sistema político el que está haciendo aguas por todos lados.
Lamentablemente el caso Bárcenas, con ser de una gravedad extrema, no es el único caso que en los últimos tiempos llenan los rotativos en y sobre España. Sin embargo este caso, el de Bárcenas, es una bomba de relojería en el propio corazón del sistema. Ni más ni menos que dentro del partido político que gobierna actualmente este país.
No voy a dar los datos del caso, ya ampliamente reseñado por la prensa y con versiones ideológicas a gusto del consumidor, aunque todas ellas destacan la gravedad de la situación. Tampoco me extenderé en señalar la desverguenza del Partido Popular a la hora de afrontar su propia corrupción interna. Estas estampas desgraciadamente ya nos son cotidianas.
Pero lo que me preguntó es qué hace falta para que se produzca una auténtica rebelión social. Y en este sentido me acordaba de las palabra de Mahatma Gandhi: "Cuando una ley es injusta lo correcto es desobedecer". Y es que, en nuestro caso, es la propia evolución del sistema político y organizativo el que empieza a detectarse como algo injusto, algo desequilibrado... en definitiva, algo antisocial. Pongo la expresión "algo" por suavizar este pensamiento que, aún siendo mío, me tiene absolutamente bloqueada, anonadada, profundamente asustada.
Leía este fin de semana el Informe que acaba de publicar Intermon Oxfam sobre la distribución de la riqueza mundial. Según sus estimaciones el 1% de la población más rica del planeta ha incrementado sus ingresos en un 60% durante las dos últimas décadas y esta tendencia se ha acelerado a partir de la crisis económica actual.
Según este informe alrededor de 24 billones de euros se encuentran actualmente en paraísos fiscales, lo que significa una tercera parte de la riqueza mundial. La organización humanitaria destaca que "La acumulación extrema de recursos en muy pocas manos, además de injusta, es económicamente ineficiente, políticamente corrosiva, divide a la sociedad y es medioambientalmente destructiva".
Destructiva, insolidaria, aterradora es la situación por la que las 100 personas más ricas del mundo ingresaron en 2012 cuatro veces la cantidad necesaria para poner fin a la pobreza del planeta. Según la organización la friolera cifra de 180.000 millones de euros.
Este fin de semana mientras me empapaba del caso Bárcenas, de sus cuentas en Suiza, de que se ha podido beneficiar de la amnistía fiscal del Gobierno, y del resto de la trama, leía los datos del informe de Oxfam y pensaba: ¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo aguantaremos? y lo que es peor ¿Por qué aguantamos? Por eso me acorde de Gandhi.
10 comentarios:
Llevo un tiempo que tengo la tensión arterial totalmente desbocada, hoy en la consulta del internista me pregunta que cosas me preocupan, le he manifestado, que si una hija orientadora laboral que se ha quedado en paro, un funcionaria interina que está en la cuerda floja, todo esto más lo que se lee y escuchar a la calle, que si corruptos que esconden su dinero en tanto otros no tienen ni para el médico o tienen que recorren kilómetros para una urgencia nocturna, ¿es para tener la tensión alterada? le digo al internista, evidentemente el medico ha callado y ha escrito que me pongan un Holter, una eco y análisis diversos, aparte de que pierda unos pocos de kilos.
21 de enero de 2013, 11:06Un abrazo.
Durará hasta que los datos económicos positivos nos vuelvan a ocultar la verdad de lo que sucede, y no es que vayan a desaparecer las injusticias y la pobreza sino que las nuevas bonanzas de los paises ricos nos harán creer que los pobres ya no son tan pobres, ni las injusticias tan injustas. Vendrá otro ciclo de la economía y uno más y otro y otro hasta que se agoten los recursos naturales, momento en el que se volverá a equilibrar la balanza.
21 de enero de 2013, 11:52Un saludo.
Magma no solo hirviente sino, fundamentalmente, nauseabundo.
21 de enero de 2013, 13:35Un abrazo, Ciber.
El problema es que seguimos quietos.
21 de enero de 2013, 15:01Maria Jesús, todo mi apoyo con tus palabras.
21 de enero de 2013, 17:26Es que el sofá es tan comodo...
josep
Lo malo es que ocurra como con ETA que ya nos acostumbramos a las malas noticias, aquí nos acostumbraríamos a tener políticos corruptos y sin principios, eso ya ocurrió en Italia...
21 de enero de 2013, 20:29Besos y salud
22 de enero de 2013, 8:26¡Pero como vas a comparar el caso bárcenas con el culebrón de mourinho o las nevadas en invierno!
Besos
Este caso va a costar sangre, sudor y lágrimas al PP, pero me temo que no llegará a levantar masas y que cuando haya elecciones tendrán una gran cantidad de votos. La solución: Ni p. idea. No sé lo que tiene que ocurrir para que nos levantemos de una vez y salgamos por millones a la calle.
22 de enero de 2013, 8:43Besos de un cabreado
Salud y República
¡Qué pena de país! y algún político ya ha dicho que no estamos tan mal en corrupción. ¡Señor...!
22 de enero de 2013, 15:23suscribo todas y cada una de tus palabras, y si me lo permites añadiré que da miedo y pena,
24 de enero de 2013, 9:53por primera vez en 54 años tengo miedo, las personas, incluso las más pacifistas, tenemos un límite...
y lo penoso es que una buena parte de este país les dió la mayoría, que en sus manos es más absolutista que absoluta, cuando lamentablemente estos casos de corrupción y las muestras de burla al pueblo eran más que evidentes desde tiempo atrás...
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