Una cierta ambivalencia

Hoy he leído la declaración de Hillary Clinton ante el Comité del Senado y me he quedado algo preocupada pués he percibido una cierta ambivalencia.

Defiende el desarrollo de una diplomacia inteligente que según sus palabras habrá de estar a medio camino entre el uso arbitrario del enorme poder de Estados Unidos y la cándida creencia de que el diálogo lo arregla todo. No avanza dónde estará el punto de equilibrio.

Defiende la construcción de un mundo con más aliados que enemigos dónde la diplomacia será la vanguardia pero deja claro que el uso de la fuerza será necesario en ocasiones. No define a qué se refiere.

Atenderá las necesidades de seguridad de Israel (el loby judío americano está o ha estado siempre cerca de la familia Clinton) pero también intentará apoyar las aspiraciones de legitimidad políticas y económicas de los palestinos. ¿Actitud de equidistancia?

Es cierto que la magnitud de su tarea parace inabordable.

Habrá de lidiar con la retirada de tropas en Irak, con un refuerzo militar en Afganistán, con el estallido de violencia sin límites entre israelíes y palestinos, con la fabricación de armas nucleares en Irán, con crisis económica de proporciones nunca vistas, con la violencia y amenazas terroristas incrementadas considerablemente en los últimos años, con un mundo confuso, con más de nueve guerras declaradas y una treintena de conflictos abiertos.

Su intervención terminó con una declaración que a mi personalmente me ha producido gran preocupación: afirmó que su política se basará en el pragmatismo y no en ideas morales.

De toda su exposición, de gran inconcreción en muchos momentos, esta última afirmación me ha dejado sinceramente anonadada. Porque ¿cómo se construye un nuevo orden mundial si no es basándose en ideas morales o lo que es igual en ideas solidarias, humanitarias, de legitimidad...?

Me quedaré con su intención de que en esta etapa Estados Unidos apueste por un mundo con más aliados.

Habrá que esperar.

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