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Tolerancia

14 ene 2009


El paréntesis en la vida profesional tiene muchas derivadas. Una, sin duda, sirve para romper con la vida cotidiana, vida que en la mayoría de los casos está centrada en el mundo laboral y, a veces también, en las obligaciones familiares.

Salir de este núcleo por unos días es sano. Agiliza la mente, se incrementa considerablemente las sensaciones, los estímulos. El espíritu se despereza al desaparecer, de forma evidente, la pesadez que produce la rutina, la presión del estrés, el impacto del ruido permanente.

En estas vacaciones navideñas mi mente se ha quedado enganchada en una palabra, una idea, quizás una sensación, incluso podría ser un sentimiento. Me refiero a la TOLERANCIA.

Si a la tolerancia, o indulgencia, benevolencia, comprensión... y podría seguir unas líneas más añadiendo los numerosos sinónimos que la palabra tolerancia me sugiere. Junto a ella indefectible y desgraciadamente aparece, como su gran amenaza, su antónimo: intolerancia, intransigencia, inflexibilidad...

Este contraste me persigue estos días. Todo lo que observo hace referencia a
esa contraposición y a las consecuencias que ambas producen.

Veo signos de tolerancia en muchas situaciones, y como paradigma de ellas podría señalar las actividades solidarias de muchas personas, anónimas o públicas, que con su tolerancia y magnanimidad contribuyen a disminuir las desigualdades, a integrar lo diferente, a tolerar aquello que no comprenden...

Su contrapunto, la intolerancia, tiene estos dias su expresión más dramática en la barbarie que asola la franja de Gaza. La incomprensible, desproporcionada e irracional respuesta de Israel al lanzamiento de cohetes por parte de Hamas, que sin lugar a dudas es condenable. Esa terrible respuesta de Israel, que intenta legitimar ante la comunidad internacional por la defensa de las ciudades israelíes cercanas a la Franja. Esa reacción tan brutal que ha producido ya una tragedia de magnitudes intolerables causando la masacre de miles de civiles inocentes.

Este juego continuo de los opuestos muestra de lo que somos capaces de hacer. De amar y de odiar, de tolerar y de intransigir, de construir y de destrozar.

Ante tanta ambivalencia me pregunto ¿Qué pasará en el futuro?, ¿Quién ganará esta eterna e inutil batalla entre la razón y la sinrazón? ¿Como pueden los ciudadanos de bien compensar tanto desatino, tanta necedad?

Vuelvo a mi rutina, a mi vida de todos los días sobrecogida por este panorama, con el corazón agarrotado al observar que la intolerancia va caminando libremente por muchos espacios anteriormente solidarios.

No quiero que la comodidad de la vida cotidiana, ordenada y previsible, adormezca mis sentidos, no quiero acostumbrarme a ver en la televisión casas arrasadas y cuerpos destrozados como si ello no fuera conmigo, no quiero que la oscuridad nos gane la batalla.

No quiero esperar al advenimiento de un Barack Obama como el gran salvador de la Humanidad. Quiero pensar que yo puedo hacer cosas, que yo soy una pieza de este gran engranaje, chiquita, imperceptible, minúscula, pero aún así viva y con fuerza y con capacidad de modificar aunque sea tan solo un nano espacio de este gran universo.

Si, yo creo que puedo hacer cosas.

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2 comentarios:

agradasualeira dijo...

Hola Carmen,tienes razón,qué dificil se hace hasta respirar con tánto injusto dolor en nuestro entorno. Ya no hace falta que esté cerca o lejos, no podemos evitar sentir en el corazón del inocente y sin embargo el sentimiento de culpa nos alcanza.Pido perdón a los dioses por la parte que me toca.estos dias con gripe,dibujo con el Gimp (que no sé usar)en mi blog de pensamentos amarelos que está en el de Agra dasua leira,solo pidiendo perdón. Un abrazo

14 de enero de 2009, 14:31
Ciberculturalia dijo...

@Blanca, me ha hecho mucha ilusión tu visita. Ahora voy a verte a "Pensamentos amarelos"

14 de enero de 2009, 18:41
 

2009 ·Ciberculturalia by TNB