Estos días el sector público anda, aún más, y ya es mucho decir, revolucionado con las declaraciones del presidente de la Patronal, señor Rosell. Como ejemplo de ese malestar reproduzco una carta de la Plataforma de Trabajadores de la Seguridad Social de Málaga, carta dirigida al menospreciador señor Rosell.
De la Plataforma de trabajadores de la Seguridad
Social de Málaga al señor Rosell:
Sus declaraciones de estos días
merecen que –en nuestra condición
de ciudadanos, trabajadores y funcionarios– le traslademos algunas
apreciaciones.
Descalifica usted la labor de
un organismo público, el INE, cuestiona la veracidad de los datos de paro
aportados por la Encuesta de Población Activa (EPA), y frente al criterio
fundamentado de economistas y expertos en el mercado laboral y el aval de
varios organismos internacionales, no aporta más que sus creencias personales,
en un discurso plagado de datos erróneos y contradictorios. Con todo, lo
destacable es que –aún suponiendo que tuviera usted razón– la cifra de cinco
millones de desempleados ya sería escandalosamente inadmisible.
No le parece a usted necesario
reflexionar sobre la implicación
de algunos de los nombres del colectivo que representa en los casos de
corrupción que estos días se airean, ni sobre la existencia de tramas
organizadas que durante años han ligado la cúpula empresarial y política de
este país para utilizar los votos y los impuestos de los ciudadanos en aras de
un desmedido lucro personal. No aporta tampoco ninguna propuesta al gravísimo
problema de la destrucción de empleo más allá de seguir consolidando su precariedad con contratos para jóvenes
“aunque sean de una hora” (¿para cuándo los que se cuenten por minutos?);
abunda, en este sentido, en la línea preconizada por algunos otros empresarios
–como su predecesor, el encarcelado señor Díaz Ferrán– que proponen que el
problema del desempleo lo solucionen los trabajadores renunciando a sus
derechos económicos y laborales; o el imaginativo Grifols, que encontraba que
los parados podrían muy bien llegar a fin de mes si vendieran su sangre.
Su menosprecio de lo público,
compartido abiertamente por el actual Gobierno, le lleva a recomendar que los
funcionarios (no acaba de decidirse sobre si sobramos 300.000 o 400.000) nos
vayamos a casa con un subsidio en vez de quedarnos en nuestros puestos
“consumiendo papel, teléfono y tratando de crear leyes”.
Los funcionarios de este país,
señor Rosell, no aceptamos subsidios, ni prebendas, ni sobresueldos, ni regalos
bajo cuerda. Los funcionarios, que accedemos a nuestra plaza tras la superación de pruebas objetivas
regidas por los principios de transparencia, equidad e igualdad, representamos
la garantía de que esos mismos principios se apliquen a través de nuestro
trabajo al conjunto de los ciudadanos. Los funcionarios, señor Rosell, no consumimos papel y teléfono, los
utilizamos cada día para enseñar a sus hijos, curarle cuando está enfermo, defender
su seguridad y sus derechos en los tribunales o concederle la pensión de
jubilación. Una pena que no podamos tramitarle la prestación por desempleo.
Finalmente, señor Rosell, lamentamos que no tenga claro el funcionamiento
básico de las instituciones del Estado, y hemos de recordarle que nosotros no
“creamos las leyes”. Desgraciadamente, confiamos con nuestros votos en que
nuestros representantes encargados de legislar desarrollen, cumplan y hagan
cumplir las leyes que nos protejan a todos; aunque la realidad nos viene
demostrando que lo único que parece interesarles es utilizarlas para estafarnos
y privarnos de nuestros derechos básicos –el empleo entre ellos– en connivencia
con muchos de los ejemplares empresarios de los que a usted no le interesa
hacer memoria.
Probablemente, tras su desconfianza
por lo público se esconda la intención de ampliar unas líneas de negocio que
–desprovistas ya de esas molestas trabas de transparencia, igualdad y equidad
que lo público garantiza– le permitan acumular beneficios a costa del trabajo
cada vez más precario y peor pagado de trabajadores completamente indefensos.
Le prometemos que haremos lo
posible y lo imposible para que eso no ocurra. Y coincidimos plenamente con su
afirmación de que en este país “hay grasa en todas partes”. Basta mirarle.
Ya de mi cosecha, Señor Rosell, y utilizo el tratamiento de señor por aquello de una educación aprendida, le recomiendo que se dedique a sanear y limpiar su propia casa, ya que tiene usted demasiados frentes abiertos. Juzgo inadecuado, a la par que impertinente, que se dedique a dar consejos a los demás cuando de la Patronal que usted dirige sale un cierto hedor que deja en muy mal lugar a la cúpula dirigente de los empresarios.
Señor Rosell tome acciones en relación con su vicepresidente, don Arturo Fernández, que está hasta arriba de acusaciones que quizás se conviertan en un nuevo escándalo , añadido al bochornosísimo caso del anterior presidente de esa patronal, señor Díaz Ferrán.
Dediquese a lo suyo, es decir a poner en orden su casa y deje de insultarnos a los trabajadores de este país. Y sobre todo, le exijo un mínimo de sensiblidad para los millones de parados que hay en este país y quizás en lugar de insultarnos podrían, ustedes los empresarios, dedicarse a crear empleos decentes. Eso es lo que deben y están obligados a hacer.
7 comentarios:
Totalmente de acuerdo con tus palabras, serenas, pero llenas de verdad y claridad. A mí se me revuelven las tripas con éste y otros "señores" que solo saben insultar, y es mayor mi impulso de contestarle...
13 de febrero de 2013, 14:24Saludos
Carta perfecta. Lástima que sea para un hombre que no entiende ni sabe leer.
13 de febrero de 2013, 15:26Querida Ciber, esta carta se resuelve por parte de la patronal y la derecha que la defiende con un "menuda demagogia barata".
13 de febrero de 2013, 17:13Saludos
13 de febrero de 2013, 19:44Buen post, Ciber.
Este Rosell se las da de "enfant terrible" y no sabe abrir la boca sin vilipendiar a alguien.
Me gustaría saber que ha hecho este tipo con la carta...
13 de febrero de 2013, 21:26Besos y salud
Este señor se dedica a combatir a su enemigo que es lo público, lo social, lo del pueblo y a defender lo privado, los intereses de sus amiguetes y sus negocios particulares. Lo raro sería que este energúmeno hablara bien de lo que trata de destruir a toda costa para reemplazarlo con sus negocios lucrativos.
14 de febrero de 2013, 3:59Un saludo.
¡Vaya panda! No digo que no haya empresarios honrados y normalitos, pero los que dirigen la CEOE son una vergüenza incluso para ellos mismos.
14 de febrero de 2013, 11:33Un beso
Salud y República
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