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La demonización del empleado público

12 abr 2012

Hoy el señor Beteta, secretario de Estado de Administraciones Públicas, ha insultado, no es la primera vez que lo hace, a los empleados públicos, dirigiéndose a ellos en tono paternalista y reprobador: "Tendrán que olvidarse del cafelito y de leer el periódico", advierte. "Ya nada es como antes. Tendrán que ser más productivos, con responsabilidad y humildad".

Justo hoy, en una de las sesiones parlamentarias en que intervenía el ministro de Hacienda, supuestamente para algo importante, el hemiciclo de las señorías estaba casi desierto, además de que el propio ministro llegaba tarde a la cita. ¿Estarían tomando café y leyendo el periódico o eso sólo es repropable para los empleados públicos?

Y es que ahora está de moda demonizar al empleado público. Es decir a maestros, médicos, enfermeros, gestores, profesores, catedráticos, inspectores de hacienda... todos aquellos que trabajan, en la gestión pública.  Quieren hacer ver al conjunto de la ciudadanía que son los responsables de que la cosa vaya tan mal.

Pero estas actuaciones no son inocentes, ni gratuitas. Responden a una estrategia bien definida, bien diseñada, para desmantelar los servicios públicos y privatizarlos, con sustanciosa ganancia para unos pocos.

Este desmantelamiento lo vemos a diario. Por eso hoy me hago cargo de un artículo publicado por un funcionario de carrera, cabreado e indignado, quizás incluso muy soliviantado,  con el tratamiento que los políticos dan ahora a los empleados públicos.

"Resulta que en la década prodigiosa del pelotazo, cuando media España se
 lo llevaba caliente a casa, cuando un encofrador sin estudios se embolsaba 
tres mil euros, cuando hasta el último garrulo montaba una constructora y 
en connivencia con un par de concejales se forraba sin cuento, cuando un
 gañán que no sabía levantar tres ladrillos a derechas se paseaba en Audi,
 los funcionarios aguantaban y penaban. Nadie se acordaba de ellos. Eran los 
parias, los que hacían números para cuadrar su hipoteca, hacer la compra en
 el Carrefour y llegar a fin de mes, porque un nutrido grupo de compatriotas
 se estaba haciendo de oro inflando el globo de la economía hasta llegar a
 lo que ahora hemos llegado.

Y ahora que el asunto explota y se viene abajo, la culpa del desmadre… es 
de los funcionarios. Los alcaldes, diputados y senadores (que no son 
funcionarios) que gobiernan la cosa pública  
no son responsables de nada y nos apuntan directamente a nosotros: somos
 demasiados, hay que ultracongelarnos, somos poco productivos. Los 
responsables bancarios que prestaron dinero a quienes sabían que no podrían
 devolverlo tampoco se dan por aludidos. Todos los intermediarios 
inmobiliarios, especuladores, amigos de alcalde y compañeros de partida de 
casino del diputado provincial no tenían noticia del asunto. Nosotros sí.
 Como diría José Mota: ¿Ellos? No. ¿Nosotros? Si. Siendo así que ¿ellos? No.
 Por tanto, ¿nosotros? Sí.

La culpa, según estos preclaros adalides de la estupidez, es del juez,
 abogado del estado, inspector de hacienda, administrador civil del estado
 que, en lugar de dedicarse a la especulación inmobiliaria a toca teja, ha 
estado cinco o seis años (recluido en su habitación, pálido como un
 vampiro, con menos vida social que una rata de laboratorio y tanto sexo 
como un chotacabras), para preparar unas oposiciones monstruosas y de 
resultado siempre incierto, precedidas, como no podía ser de otra forma, de
 otros cinco arduos años de carrera. Del profesor que ha sorteado destinos 
en pueblos que no aparecen en el mapa para meter en vereda a benjamines que 
hacen lo que les sale de los genitales porque sus progenitores han abdicado
 de sus responsabilidades. Del auxiliar administrativo del Estado natural de 
Écija y destinado en Barcelona que con un sueldo de 1000 euros paga un 
alquiler mensual de 700 y soporta estoicamente que un taxista que gana 3000
 le diga joder, que suerte, funcionario.

La culpa es nuestra. A poco que nos descuidemos nosotros los funcionarios 
seremos el chivo expiatorio de toda una caterva de inútiles, vividores,
 mangantes, políticos semianalfabetos, altos cargos de nombramiento digital,
 truhanes, pícaros, periodistas ganapanes y economistas de a verlas venir
 que sabían perfectamente que el asunto tarde o temprano tenía que petar,
 pero que aprovecharon a fondo el momento al grito de ¡mientras dure dura! y
 que ahora, con esa autoridad que da tener un rostro a prueba de bomba, se
pasan al otro lado del río y no sólo tienen recetas para arreglar lo que
 ellos mismo ayudaron a estropear, sino que, además, han llegado a la
 conclusión de que los culpables son... ¡tacháán...! los funcionarios. 

Soy funcionario. Y además bastante recalcitrante: tengo cinco títulos 
distintos. Ganados compitiendo en buena lid contra miles de candidatos. ¿Y 
saben qué? No me avergüenzo de nada. No debo nada a nadie (sólo a mi 
familia, maestros y profesores). No tengo que pedir perdón. No me tocó la 
lotería. No gané el premio gordo en una tómbola. No me expropiaron una 
finca. No me nombraron alto cargo, director provincial ni vocal asesor por 
agitar un carnet político que nunca he tenido.

Aprobé frente a tribunales formados por ceñudos señores a los que no
conocía de nada. En buena lid: sin concejal proclive, pariente político, 
mano protectora ni favor de amigo. Después de muchas noches de desvelos,
 angustias y desvaríos y con la sola e inestimable compañía de mis santos 
cojones. Como tantos y tantos compañeros anónimos repartidos por toda España a los que ahora algunos mendaces quieren convertir, por arte de
birli-birloque, en culpables de la crisis.

Amigos funcionarios, estamos rodeados de gente muy tonta y muy hija de
puta. 

PD. Si alguien, en cualquier contexto, os reprocha -como es frecuente-
vuestra condición de funcionario os propongo el refinado argumento que yo
 utilizo en estos casos, en memoria del gran Fernando Fernán-Gómez: "váyase
Usted a la mierda, hombre, a la puta mierda".


En fín, el funcionario en cuestión está cabreado, pero que muy cabreado. Dejándo al lado algunos aspectos de su cabreo y de su expresión, entiendo perfectamente el motivo de su enorme enfado y es que ha llegado la hora de la demonización de la cosa pública.

Sin embargo, estoy convencida de que alguna vez muchos de los que ahora ven con buenos ojos que a los funcionarios les bajen el sueldo e incluso les flagelen, se arrepentirán cuando los servicios básicos del estado de bienestar: educación, sanidad, seguridad..., pasen a manos privadas.

¡Al tiempo!

10 comentarios:

Txema dijo...

Creo que el asunto va mucho más lejos. Tengo la impresión de que lo que se pretende, y en buena medida se logra, es culpabilizar a los trabajadores de las empresas públicas y a los funcionarios de muchos de los males de la economía.

Y hay muchos ciudadanos que apoyan y aprueban esta actitud del gobierno.

La siguiente etapa será, ojalá que me equivoque, una carnicería en el empleo público, que es lo que están deseando los mercados, de forma que se despida a una cantidad ingente de estos empleados, para ahorrarse miles de millones de euros para pagar la famosa deuda.

Hemos tenido los precedentes de Irlanda y Portugal y los ataques a España no son en absoluto gratuitos.

saludos

12 de abril de 2012, 18:57
Emilio Manuel dijo...

No seré yo quien tire "mierda" contra el tejado de mi hija funcionaria, pero cuando hablamos del tema nos cabreamos; yo, porque soy tendente a generalizar con este colectivo; ella, porque reconoce que hay muchos funcionarios honestos y trabajadores,que gracias a una minoría pagan todos, algo habrá que hacer con estos personajes.

Es conocido que nuestro nivel de funcionarios por número de habitantes es de los más bajos de la UE, algo que nunca se dice, la cuestión es que su reparto por ministerios, consejerías, diputaciones, ayuntamientos, etc... está muy mal repartido a favor de estos dos últimos organismos, el clientelismo se paga enchufando a familias completas, además existe una falta de control que raya la incapacidad de los jefes. Si en la empresa privada se controla el tiempo de entrada y salida, los descansos para el café, las vacaciones, los días de asuntos propios y demás ¿se hace de igual manera en estos organismos públicos?, no parece que en todos los organismos se controle esto de forma eficiente.

Lo que es lamentable es que el político de turno, cuya misión es mejorar la relación, funcionario-ciudadano consiguiendo que esta sea más próxima y eficiente se quede tan pancho soltando tal chorrada.

La función pública no se mejora solo olvidándose del café y de la lectura del periódico, yo empezaría por eliminar políticos inútiles como el Sr. Beteta cuya incapacidad ya ha demostrado ser manifiesta, luego haría cosas, bastantes cosas.

Saludos

12 de abril de 2012, 19:18
RGAlmazán dijo...

Este es otro hombre de Aguirre y como tal actúa. Con impunidad, indecencia y desvergüenza. Con un objetivo muy claro, descalificar a todo lo público. Es un canalla.
Besos

Salud y República

12 de abril de 2012, 19:56
JL F dijo...

No creo que los funcionarios esten muy enfadados. De hecho, en el sector publico es en uno de los pocos en los que no se siguió apenas la huelga general, y apostaría lo que sea porque la mayoria de estos votaron al Partido Popular.

En realidad creo que saben que es pura espuma para culpabilizar a algunos, pero que nunca tendrá efectos reales. Como tu dices, los principales interesados en que continuen los supuestos "cafelito y periodico" son los cargos públicos que, en general, y eso si que no es etiqueta ni humo, se tocan bastante las pelotas ademas de enriquecerse a costa del dinero público.

Saludos

12 de abril de 2012, 20:30
Genín dijo...

Lo honesto en cada uno de los currantes, seria rendir según se les paga, a lo mejor se creen que la gente va a trabajar como esclavos por un salario de hambre...
Salud

12 de abril de 2012, 21:23
Felipe Medina dijo...

Lo he visto en TV con una desvergüenza tal que sentía yo mismo la vergüenza suya.

Que sepa la ciudadnía que la inmenmsa mayoria de los funcionarios son mileuristas y que los empleados púbicos llevan un pérdida de poder adquisitivo muy importante.

Resulta que ahora los culpables de todo van a ser los funcionarios.Pero,como bien dices,el asunto tien un trasfondo mayor ,cual es la privatización de los servicios públicos.Más de dos echarán de menos a estas mujeres y hombres.

Besos y que pases buena noche,

12 de abril de 2012, 21:41
Eastriver dijo...

Sí que estamos cabreados, sí. No es para menos. Yo a veces pienso si, en lugar de convencerlos, no será mejor lo de mandarles a la mierda, como dice la carta. O darles la razón: sería bonito eso. Yo, mañana por la mañana, llegaré al insti, y en lugar de coger los libros y subir a clase me quedaré en la sala de profesores. Me sacaré un café de la máquina y leeré el periódico toda la mañana. A ver qué pasa.

12 de abril de 2012, 22:37
Neogeminis Mónica Frau dijo...

Esa es la estrategia.culpar a los del medio, a los que conforman la fuerza administrativa, elemento importante de todo sistema donde el Estado pretenda tener presencia.
Transformarlos en los malos de la película es la forma que encuentran para que la gente piense que los recortes son imprescindibles.
Un abrazo.

13 de abril de 2012, 0:03
Antonio dijo...

Hay una alta dosis de cinismo en estas cuestiones. Propongo hacer un ERE por arriba y eliminar a gente de esta calaña de la vida pública para que empiecen a hacer de servidores públicos desde abajo...
Saludos

13 de abril de 2012, 1:07
Dean dijo...

Toda esta gente que así habla parece que hubiera vivido toda la vida en las calles de New York o culaquiera ciudad de esas en que la salud, la educación y todo lo demás es cuestión de negocios, nada personal, sólo negocios. Ven la solución a todos los problemas en privatizarlo todo, que la empresa privada sea ama y señora en el mundo, en fin, muy consecuentes con su propia realidad ya que los que están en el poder son los banqueros y empresarios, y lucharán para que todo lo que se haga sea para su beneficio particular. Esto es por lo que muchos han votado, y aún muchos les seguirían votando.
Un saludo.

13 de abril de 2012, 12:19
 

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