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La crisis de 2008 vuelve

31 jul 2011


Según el periodista económico Brett Arends, del Wall Street Journal, Estados Unidos está condenado a repetir la crisis de 2008. Y en su interesante artículo da diez razones que el considera claves para hacer esta afirmación.

1. De la última crisis, estamos aprendiendo las lecciones equivocadas. La burbuja inmobiliaria, ¿en realidad fue causada por Fannie Mae, Freddie Mac, la Ley de Reinversión en la Comunidad, Barney Frank, Bill Clinton, los “liberales”, y así sucesivamente? Eso es lo que ahora alega un creciente ejército de personas. Sólo hay un problema. Si es así, ¿cómo es entonces que también hubo una gigantesca burbuja inmobiliaria en España? ¿Y qué decir acerca de las enormes burbujas inmobiliarias en Irlanda, el Reino Unido y Australia? ¿Todo lo provocó Barney Frank? ¿Y las burbujas por toda Europa del Este y otras regiones? Me reiría, pero decenas de millones de personas son engañadas por este artificio que es promovido con el propósito de cubrir a los verdaderos culpables para que puedan escapar. Y está funcionando.

2. Nadie fue castigado. Ejecutivos como Dick Fuld, de Lehman Brothers, y Angelo Mozilo, de Countrywide, junto con muchos otros, se llevaron cientos de millones de dólares en efectivo antes de que el barco se estrellara contra las rocas. Prestamistas depredadores y deshonestos prestamistas hipotecarios hicieron millones de dólares en ganancias ilícitas. Sin embargo, no están en la cárcel. Ni siquiera son sometidos a un proceso penal. Salieron impunes. Como regla general, cuanto peor se haya comportado uno entre 2000 y 2008, mejor ha sido tratado. Y por eso volverán a hacerlo. Está garantizado.

3. Los incentivos siguen siendo deshonestos. La gente ajena al mundo de las finanzas -desde respetados analistas políticos como George Will hasta la gente común- todavía no puede entenderlo. Las reglas de Wall Street no son las mismas que en el resto de la sociedad. El tipo que maneja un banco en Wall Street no está expuesto la misma ecuación de “riesgo/recompensa” que, digamos, un tipo que maneja una tintorería. Tomemos todas nuestras imágenes mentales de la empresa de libre mercado estadounidense y pongámoslas a un lado. Esto es totalmente diferente. Para la gente de Wall Street, si sale cara, ganan, y si sale ceca, vuelven a tirar. Gracias a las acciones restringidas, las opciones, el juego de las bonificaciones, la titularización, estructuras de comisiones, transacciones con información privilegiada, ser “demasiado grande para quebrar” y la responsabilidad limitada, se les paga para comportarse de forma imprudente y pierden poco -o nada- si las cosas salen mal.

4. Los árbitros son corruptos. Se supone que tenemos un sistema de libre empresa amparado en la ley. Con un único problema: los jugadores pueden sobornar a los árbitros. Imaginemos que eso ocurriera en la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL, por sus siglas en inglés). Los bancos y otros sectores colman de enormes cantidades de dinero al Congreso, los presidentes y todo el establishment de ayudantes, asesores y parásitos de Washington. Lo hacen a través de contribuciones de campaña. Lo hacen a través de US$500.000 en honorarios por conferencias y privilegios en una mesa de directorio a la hora del retiro. Y lo hacen gastando fortunas en grupos de lobby así uno sabe que si se portan bien cuando están en el gobierno, también pueden obtener un trabajo de US$500.000 al año como cabildero al jubilarse. ¿Qué tan grandes son los sobornos? El sector financiero gastó US$474 millones sólo en lobby el año pasado, según el Center for Responsive Politics (una organización independiente y sin fines de lucro con sede en Washington DC).

5. Las acciones se han disparado otra vez. El índice de Standard & Poor’s 500 se duplicó desde los mínimos de marzo de 2009. ¿No es una buena noticia? Bueno, sí, hasta cierto punto. Porque es cierto que en gran parte se debe al deterioro del dólar (cuando el dólar baja, Wall Street sube, y viceversa). Y nos olvidamos de que hubo enormes alzas en Wall Street en el marco de los mercados bajistas de las décadas de 1930 y 1970, al igual que en Japón en la de 1990. Sin embargo, el auge del mercado, dirigido en especial hacia las acciones más riesgosas y de peor calidad, aumenta los riesgos. Deja a los inversionistas menor margen para las sorpresas positivas y mucho más lugar a la decepción. Y las acciones no son baratas. La rentabilidad por dividendo en el S&P es sólo de 2%. De acuerdo con una medición de largo plazo -”la teoría de la q de Tobin”, que compara los precios de las acciones con el costo de reposición de activos de la empresa- las acciones están ahora cerca de 70% por encima del promedio de las valoraciones. Además, en EE.UU. tenemos el envejecimiento de la población del “baby boom” de posguerra, que todavía tienen muchas acciones y que van a venderlas a medida que se acerquen a la jubilación.

6. La bomba de tiempo de los derivados es más grande que nunca, y en cuenta regresiva. Justo antes del colapso de Lehman, en lo que ahora llamamos el punto más alto de la última burbuja, las empresas de Wall Street llevaban riesgosos derivados financieros en sus libros, por un valor astronómico de US$183 billones (millones de millones). Eso representaba 13 veces el tamaño de la economía de Estados Unidos. Si suena una locura, lo era. Desde entonces, hemos tenido cuatro años de pánico, una presunta reforma y el retorno a la sobriedad financiera. Ahora bien, ¿a cuánto asciende cifra ahora? Unos US$248 billones. En serio. Ah, los buenos tiempos.

7. El antiguo régimen está al mando. Me tengo que reír cada vez que escucho a los republicanos despotricar porque Obama es “liberal” o “socialista” o comunista. ¿Están bromeando? Obama es un Bush. Un poco más parecido al más viejo que al más joven. Pero veamos quiénes siguen manejando la economía: Bernanke. Geithner. Summers. Goldman Sachs. J.P. Morgan Chase. Hemos tenido al mismo establishment a cargo desde al menos 1987, cuando Paul Volcker se retiró como presidente de la Reserva Federal. ¿Cambio? ¿Qué “cambio”? (E incluso lo poco que teníamos era demasiado para Wall Street, que en 2010 se compró un Congreso nuevo y más obediente).

8. Ben Bernanke no entiende su trabajo. El presidente de la Reserva Federal hizo una asombrosa admisión en su primera conferencia de prensa. Citó el auge del índice Russell 2000 de acciones riesgosas con pequeña capitalización como una señal de que el “relajamiento cuantitativo” había funcionado. La Reserva Federal tiene por ley un doble mandato: bajar la inflación y bajar el desempleo. Ahora, al parecer, tiene una tercera obligación: impulsar la cotización de las acciones de Wall Street. Esto es una locura. Se termina bien, me sorprenderé.

9. Estamos apalancando como locos. ¿Busca de una “burbuja crediticia”? Ya estamos en ella. Todo el mundo sabe acerca de la disparatada deuda federal, y del riesgo de que el Congreso no eleve el techo de la deuda. Pero eso es sólo una parte de la historia. Las corporaciones de EE.UU. han tomado prestado US$513.000 millones en el primer trimestre. Están pidiendo el doble de préstamos que a fines del año pasado, cuando la deuda corporativa ya estaba en alza. Los ahorristas, desesperados por obtener ingresos, van a comprar casi cualquier tipo de bono. No sorprende que los rendimientos de los bonos de alto rendimiento se hayan derrumbado. Basta de hablar acerca de que hay “efectivo en los balances”. Las corporaciones estadounidenses no financieras en general están profundamente endeudadas, en el orden de los US$7,3 billones. Eso es un nivel récord, y un aumento de 24% en los últimos cinco años. Y cuando se suman deudas de los hogares, la deuda pública y las deudas del sector financiero, el nivel de deuda alcanza al menos los US$50 billones. Más apalancamiento implica más riesgo. Es algo que está en la primera página de los manuales de economía.

10. Las sobras de la economía real en el tanque. La segunda ronda de relajamiento cuantitativo no ha conseguido nada notable a excepción de bajar el tipo de cambio. El desempleo es mucho, mucho más alto que lo que dicen las cifras oficiales (por ejemplo, incluso la letra chica del Departamento de Trabajo de EE.UU. admite que uno de cada cuatro hombres de mediana edad carece de empleo a tiempo completo, lo que es asombroso). Nuestro déficit de cuenta corriente es de US$120.000 millones al año (y no se ha registrado superávit desde 1990). Los precios inmobiliarios están en caída, sin recuperarse. Los salarios reales están estancados. Sí, la productividad aumenta. Pero eso, irónicamente, también ayuda a reducir el empleo.
Seguro que sabe lo que dijo George Santayana (filósofo español-estadounidense) sobre las personas que olvidan el pasado. Pero somos incluso aún más tontos. Estamos condenados a repetir el pasado no porque lo hayamos olvidado, sino porque nunca hemos aprendido las lecciones. 

No se a ustedes, pero la lectura de este artículo en una mañana de domingo del último día del mes de Julio, me ha dejado con el ánimo por los suelos. Si esto ocurre allí en el Imperio, los demás súbditos planetarios nos podemos dar directamente por jodidos...
 

12 comentarios:

Marcos dijo...

En Estados Unidos lo que falta es un Estado del Bienestar que dignifique la vida de los norteamericanos y una economía al servicio de los ciudadanos y no de los mercados. Vamos, más o menos lo que nos falta aquí. Todo un disparate para vivir en el siglo XXI.
Saludos progresistas de Madrid.

31 de julio de 2011, 14:08
Antonio Rodriguez dijo...

No se si vuelve la crisis de 2008, pero lo cierto es que ni se han corregido las causa que la motivaron ni los responsables de la crisis económica han pagado por ello y los mercados campan a sus anchas sin que nadie les ponga límites.
Salud, República y Socialismo

31 de julio de 2011, 15:51
RGAlmazán dijo...

Pero, ¿hemos salido de ella? Yo creoo que la crisis es del sistema y no hay solución. Lo grave es que no hay alternativa al sistema, aunque sí se puede mejorar con mucho las soluciones que se están dando.
Besos.

Salud y República

31 de julio de 2011, 16:43
Freia dijo...

Seguramente mi razonamiento sea muy simplista pero pienso que es cierto. El imperio simplemente va a cambiar de manos. China, India, puede que incluso Japòn, serán los nuevos amos. Ellos que están detrás de los fondos de inversión y a cuyo servicio están las agencias de calificación. Ellos que son capaces de hundir la economía de un país para entrar a saco cuando los precios están por los suelos o los intereses altos. Ese nuevo capitalismo brutal que ya ni siquiera necesita de la producción hundirá todo lo que le represente beneficio.
Los tiempos van a endurecerse todavía más y sin poder detener su avance.
Un abrazo muy fuerte, Carmen

31 de julio de 2011, 17:09
Freia dijo...

Quiero decir que hundirán todo lo que haga falta si ello les reporta beneficio

31 de julio de 2011, 17:11
angelsmcastells dijo...

Muy buen texto, Carmen, tiene razón el articulista: no hemos aprendido ninguna lección de las crosos anteriores. O lo que es más inquietante ¿y si algunos sí las han aprendido y quieren repetir los peeores momentos de nuestra historia?

31 de julio de 2011, 17:27
Neogeminis Mónica Frau dijo...

El sistema global capitalista es el que ha colapsado y se agrava aún más al pretender salir con las recetas aportadas por el mismo sistema. Más de lo mismo NUNCA será una salida, simplemente es la excusa para seguir concentrando capitales y poder.
Si no se apunta a la producción y a su equitativo reparto como siempre, el pato lo seguirán pagando lo que menos tienen (y que cada vez tendrán menos)

Un abrazo.

31 de julio de 2011, 18:08
Txema dijo...

Puede ser, es probable que algo así ocurra. Pero es por lo que comenta Rafa. el sistema.

Y no puede haber solución posible que venga de quienes han causado esta catástrofe.

saludos

31 de julio de 2011, 18:29
Martine dijo...

Me quedo leyendo, mucho y aprendiendo, más de tí y de todos los que me preceden..

Besos Carmen

31 de julio de 2011, 18:58
Felipe Medina dijo...

No les importa hundir lo hundible sin con ello sacan beneficios.

Lo que debe ponerse en cuestión es el sistema que permite que estos desalmados campen a sus anchas.Y como parece ser que el sistema político no se atreve o no puede pues los resultados son evidentes.

Un beso

31 de julio de 2011, 19:42
Genín dijo...

Ellos seguirán guisándolo y nosotros comiéndonoslo...
Salud y besitos

31 de julio de 2011, 20:09
Dilaida dijo...

Estoy más que convencida que la crisis económica la provocó la CRISIS DEL SISTEMA y pienso que no se va a arreglar nada, el sistema no funciona, pero tampoco interesa otro, supuniendo que lo hubiera, claro.
Bicos

1 de agosto de 2011, 10:49
 

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