El sistema de túneles comenzó a construirse en Vietnam durante la guerra colonial contra los franceses, 1945-1954. Con la llegada de los norteamericanos los vietnamitas extendieron estos túneles a una zona amplísima que va desde Ho Chi Min hasta la frontera con Camboya. Esta extensa zona se conoce con el nombre de "Túneles de Cu Chi".
Son más de 220 km. de pasadizos subterráneos, excavados en zigzag, en varios niveles, el más bajo a unos 10 metros de profundidad. Las entradas a los túneles eran muy pequeñas, propias para una raza tan menuda como la vietnamita, 40 por 30 centímetros, ocultadas perfectamente con vegetación.
Los norteamericanos tardaron en descubrir este gran laberinto y aún así les fue imposible acabar con esta gran fortaleza subterránea. Intentaron destruir los túneles con explosivos y gas de acetileno pero había tantas ramificaciones que eras prácticamente inexpugnables. Lo que por el día destruían los norteamericanos, por la noche lo reparaban los vietnamitas.
Para poder combatirlos los norteamericanos prepararon a soldados voluntarios que se les conoció como "ratas de túnel". Debían de arrastrarse durante horas por aquellos túneles tan pequeños. Pero la lucha fue además de encarnizada, desigual porque el Vietcong sembraba de trampas los pasadizos en los que caían indefectiblemente los soldados americanos. Se defendían con granadas, con estacas afiladas en dónde quedaban empalados muchos de los norteamericanos y con serpientes venenosas. Las "ratas de túnel" eran generalmente mexicanos o de otras etnias latinoamericanas por ser menudos y los únicos capaces de entrar por aquellos túneles.
El Vietcong alojó en estos túneles de Cu Chi a todo un ejercito en guerra y por tanto allí tenían almacenes de suministros, tanto de armas como de alimentos, hospitales de campaña, talleres de costura para fabricar uniformes, dormitorios, salas de reuniones, etc.
De mi visita a esta zona la impresión que me queda es la lucha por la supervivencia del pueblo vietnamita y la perfecta organización que tuvieron para lograrlo. También otra estampa que aún me persigue es el sentir de ese sufrimiento infinito por todos aquellos soldados, de una y otra parte, que ajenos a la decisión de sus mandos, se vieron impelidos a una batalla inhumana y más propia de la prehistoria que de sociedades supuestamente civilizadas.
Curiosamente en ningún momento he percibido resentimiento ni rechazo. El dinero es lo que tiene. Una parte significativa de la reconstrucción del país ha sido sufragada por norteamericanos.
Son más de 220 km. de pasadizos subterráneos, excavados en zigzag, en varios niveles, el más bajo a unos 10 metros de profundidad. Las entradas a los túneles eran muy pequeñas, propias para una raza tan menuda como la vietnamita, 40 por 30 centímetros, ocultadas perfectamente con vegetación.
Los norteamericanos tardaron en descubrir este gran laberinto y aún así les fue imposible acabar con esta gran fortaleza subterránea. Intentaron destruir los túneles con explosivos y gas de acetileno pero había tantas ramificaciones que eras prácticamente inexpugnables. Lo que por el día destruían los norteamericanos, por la noche lo reparaban los vietnamitas.
Para poder combatirlos los norteamericanos prepararon a soldados voluntarios que se les conoció como "ratas de túnel". Debían de arrastrarse durante horas por aquellos túneles tan pequeños. Pero la lucha fue además de encarnizada, desigual porque el Vietcong sembraba de trampas los pasadizos en los que caían indefectiblemente los soldados americanos. Se defendían con granadas, con estacas afiladas en dónde quedaban empalados muchos de los norteamericanos y con serpientes venenosas. Las "ratas de túnel" eran generalmente mexicanos o de otras etnias latinoamericanas por ser menudos y los únicos capaces de entrar por aquellos túneles.
El Vietcong alojó en estos túneles de Cu Chi a todo un ejercito en guerra y por tanto allí tenían almacenes de suministros, tanto de armas como de alimentos, hospitales de campaña, talleres de costura para fabricar uniformes, dormitorios, salas de reuniones, etc.
De mi visita a esta zona la impresión que me queda es la lucha por la supervivencia del pueblo vietnamita y la perfecta organización que tuvieron para lograrlo. También otra estampa que aún me persigue es el sentir de ese sufrimiento infinito por todos aquellos soldados, de una y otra parte, que ajenos a la decisión de sus mandos, se vieron impelidos a una batalla inhumana y más propia de la prehistoria que de sociedades supuestamente civilizadas.
Curiosamente en ningún momento he percibido resentimiento ni rechazo. El dinero es lo que tiene. Una parte significativa de la reconstrucción del país ha sido sufragada por norteamericanos.
Las fotos han sido realizadas por mi, en mi viaje a Vietnam de estas últimas navidades. Las últimas fotos que no tienen que ver con los túneles las he incluido porque necesitaba reflejar también la belleza de esta zona de Vietnam. Son de un restaurante cercano con un jardín bellísimo.
Traigo aquí unas palabras de Paul Velery que creo ilustran de una manera admirable lo que sentí viendo los túneles de Cu Chi y el rechazo que esta visión me produjo.
"La guerra es una masacre entre gentes que no se conocen para provecho de gentes que sí se conocen pero no se masacran"
6 comentarios:
Velery tiene razón. Y es la misma cantinela de siempre: Para sobrevivir debes guerrear, y para guerrear debes sobrevivir como sea. Los poderosos crean tormentas pero luego les jode mojarse.
7 de marzo de 2009, 10:00Un post muy interesante Carmen, mucho. Las fotos, uffff, que claustrofobia.
Abrazos
Qué entradas tan pequeñas! Es espeluznante lo que llegamos a hacer cuando se trata de nuestra supervivencia. Sigo por aquí Carmen, ahora tardo más en venir, pero no me pierdo ni una. Un abrazo.
7 de marzo de 2009, 10:02@Logan y Lory: Si me produjo mucha claustrofobia y además me atreví y entré aunque solo accedí al primer nivel. Y si uffff..... sentí un temor enorme por lo que allí se había vivido. Besos
7 de marzo de 2009, 14:27@Kikelin: Ya sabes que siempre eres bien recibido por estas tierras en el momento que quieras y puedas. Me alegro también que te gustara la sección de músicas del mundo. Besos
Cada día estoy más harto de las banderas, de las fronteras y de tener que sentirme identificado con algo que no es más que un puñetero pedazo de tela. Espléndida entrada, Carmen.
7 de marzo de 2009, 16:10Interesantísima entrada Carmen!!!! una manera diferente de pasar las navidades, me alegro un montón que las compartas con nosotros, este sistema de "Slide" es muy práctico, desconocía esta parte de la historia, uno es capaz de cualquier cosa para sobrevivir...
8 de marzo de 2009, 18:28¡Muchas gracias!!
@
8 de marzo de 2009, 21:28Cosechadel66: Estoy contigo. Las banderas y las fronteras nos suelen convertir en "intolerantes". Alguna vez seremos realmente "ciudadanos del mundo", no crees?
Pilar Mandl: Gracias Pilar por tu visita y es verdad que procuro pasar las Navidades viendo realidades diferentes. Es muy sano y muy instructivo.
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